Francisco de los Cobos, secretario del emperador Carlos V y miembro de la mecenazga familia de los Cobos, no pudo idear un sitio mejor para reposar eternamente que edificar en Úbeda, su ciudad natal, la Sacra Capilla del Salvador de Mundo, titularidad que hace referencias evidentes a la idea de muerte y resurrección.
Templo de máxima complejidad programática, acercarse a visitarlo, supone ante todo, la búsqueda o el encuentro con su promotor, el alto dignatario español del siglo XVI Francisco de los Cobos; con Diego de Siloé autor de las trazas generales del templo; con Andrés de Vandelvira, maestro de obras y artista del Renacimiento; con Berruguete, autor del antiguo retablo del altar mayor, del que solamente nos ha quedado como originario la grandiosa figura de Cristo en la transfiguración; con el francés Esteban Jamete, escultor pétreo de la fachada y sacristía; con Francisco de Villalpando, autor de la soberbia rejería, separación simbólica y real del espacio reservado y el espacio popular de la iglesia, y en definitiva, un encuentro con la empresa más ambiciosa de toda la arquitectura religiosa privada del siglo XVI, un templo que en su día fue símbolo de prestigio y de poder y hoy es una clave imprescindible para el disfrute y conocimiento del Renacimiento español.