A la entrada del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas, en lo alto de una escarpada peña, se alzan los restos de una de las fortalezas templarias más importantes de Andalucía: el castillo de La Iruela, un lugar cargado de historia, magia y misterio. ¿Qué secretos esconden sus murallas?
EXTRAÑAS VISITAS
Los primeros años del siglo XX fueron muy difíciles para los habitantes de esta localidad serrana. Muchos vivían atemorizados y no se atrevían a salir de casa al caer la noche. Se decía que en el interior de las ruinas de su castillo ocurría algo misterioso. Personajes foráneos, siniestros, que vestían túnicas oscuras, realizaban cada cierto tiempo extraños ritos ceremoniales que asustaban incluso a las autoridades, que no se atrevían a poner un pie en el castillo.
El lugar escogido para tales prácticas eran las ruinas de una antigua iglesia del siglo XVI que se encuentra dentro de los límites del recinto amurallado y que está consagrada al patrón de la localidad, Santo Domingo de Silos. Pero ¿quiénes eran esos personajes y por qué se comportaban de aquella manera? Y, sobre todo, ¿por qué eligieron ese lugar para sus prácticas rituales?
POLÉMICA TEMPLARIA
Hasta que se produjo aquel suceso relacionado con la presencia de una logia neotemplaria en esta antigua fortaleza nadie había pensado en la posibilidad de que aquellas ruinas estuvieran relacionadas con los monjes guerreros. De hecho, fue a raíz de estos acontecimientos cuando todas las miradas se centraron en este enclave y se comenzó a estudiarlo para saber si en el pasado fue o no un bastión templario. Por desgracia, las características arquitectónicas del castillo no aportan datos concluyentes al respecto. Cuenta con una torre del homenaje de dos plantas. El fortín destaca sobre todo por su situación estratégica. Es un recinto defensivo de incalculable valor, pero no presenta elemento alguno visible que ayude a descifrar el misterio que nos ocupa. Y esto, qué duda cabe, ha creado cierta polémica. Algunos investigadores, como Juan Eslava Galán, creen que el castillo no fue templario. Otros, como Agustín Palacios e Inmaculada Ager, afirman que sí. Sostienen que, aunque su construcción se debe a los almohades, su origen no fue un obstáculo para que los caballeros de la Orden del Temple ocuparan la fortaleza. Se basan en los numerosos restos templarios que han localizado en zonas próximas a La Iruela y que han estudiado y catalogado en su libro Guía mágica de la sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Según Palacios y Ager, los vestigios revelan una fuerte presencia templaria en la zona.
La polémica está servida y tal vez nunca podamos resolverla. ¿Fue el castillo de La Iruela un reducto templario? ¿Por qué se edificó en aquel lugar –dos siglos después de su desaparición– la iglesia de Santo Domingo de Silos tomando como referencia sus conocimientos? ¿De qué fuentes procedían los elementos manejados por la logia neotemplaria para escoger aquel apartado lugar? Y, sobre todo, ¿qué buscaban allí? Nadie lo sabe con exactitud. Sin embargo, la tradición oral podría tener la respuesta. Según ésta, bajo el suelo sobre el que se erige el castillo se oculta una enorme cavidad, llamada popularmente “gruta de las lamentaciones”, en cuyo interior se cree que se custodian importantes conocimientos esotéricos.
1 comentario:
despues de leer el texto, me pienso un poco mas dormir alli...
Juan Carlos (Leyendas y Fortalezas)
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